La mejor aliada para el sistema inmunitario
Mientras el bebé permanece en el vientre materno obtiene todo el alimento y las defensas que necesita través de la placenta. Pero ¡ay! desde el momento en el que un bebé llega al mundo se expone a múltiples agentes externos con la única defensa de un sistema inmune aún inmaduro. Así, ¿cómo consiguen crecer sanos y fuertes?
La respuesta está en un superalimento, tan potente y completo que no admite comparación: la leche materna. Todo un tesoro nutricional que la OMS, UNICEF y las sociedades científicas más relevantes recomiendan en exclusiva los seis primeros meses de vida, para posteriormente mantenerla –ya en combinación con otros alimentos- hasta cumplir los 2 años o incluso más.
La leche materna se basta por sí sola para alimentar al bebé en la etapa más frágil de su existencia porque contiene las proporciones idóneas de todos los nutrientes que un bebé necesita: hidratos de carbono (lactosa y oligosacáridos), proteínas, grasa láctea (rica en beta-palmitato, DHA, ARA), vitaminas, minerales y nucleótidos. Además, promueve su desarrollo sensorial y cognitivo al tiempo que construye y refuerza el sistema inmune como te explicamos a continuación...
Un bebé protegido frente a la adversidad
Durante los primeros meses de vida el bebé es más propensos a padecer enfermedades infecciosas debido a que nuestras células aún no tienen la suficiente entidad para combatir determinados patógenos. Pero la naturaleza lo tiene todo bajo control y nuestra madre sigue proporcionándonos todo lo que necesitamos… aunque ya no a través de la placenta, sino por medio de la leche materna, la cual es rica en anticuerpos, agentes antibacterianos y antiinfecciosos.
Además, la leche materna contiene otros nutrientes que contribuyen al correcto desarrollo neurológico e inmunológico de los bebés:
- Los componentes bioactivos presentes en la membrana del glóbulo graso (MFGM, milk fat globule membrane), una fina capa que rodea cada uno de los millones de glóbulos que componen la grasa naturalmente presente en la leche materna. Estudios científicos recientes avalan el papel crucial que los compuestos bioactivos presentes en la membrana (como los fosfolípidos, el colesterol y los gangliósidos) desempeñan en el desarrollo del sistema inmunitario al tiempo que nos demuestran una significativa reducción de los episodios de otitis media (una de las infecciones más comunes en los lactantes).
- Los ácidos docosahexaenoico (DHA) y araquidónico (ARA) son ácidos grasos poliinsaturado de cadena larga de la familia de los populares omega-3 y omega 6 respectivamente. Son clave en el óptimo desarrollo del bebé, ya que actúan sobre el desarrollo visual, cognitivo y también juega un rol importante en el sistema inmune.
- Los Oligosacáridos de leche materna (HMOs), carbohidratos no digeribles que representan el tercer mayor componente sólido de la leche materna, por detrás de la lactosa y la grasa. Actúan sobre la función inmunológica intestinal, estimulando el crecimiento de bacterias beneficiosas del bebé.
Una maduración lenta (pero segura)
Con el paso de los meses, al tiempo que su intestino va madurando, el bebé va desarrollando su propia inmunidad, se “independiza” segregando sus propias inmunoglobulinas (una de las primeras líneas de defensa frente a los microorganismos potencialmente patógenos que pudieran atravesar la membrana intestinal) aunque, no obstante, la leche materna continúa siendo una fuente importante de las mismas, así como de anticuerpos y otros factores inmunológicos.
Alternativas válidas a la leche materna
En caso de que la lactancia materna no sea posible o no se desee, el trabajo constante en innovación basado en evidencia científica nos proporciona opciones tan efectivas como las fórmulas infantiles. Dentro de éstas encontramos determinadas fórmulas diseñadas con los nutrientes referidos: grasa láctea, los componentes de la membrana del glóbulo graso (MFGM), el ácido graso omega-3 (DHA) y omega 6 (ARA) y/o los HMOs.